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Ecoturismo y prehistoria cayeyana
Las Tetas de Cayey. / Foto por: Ricardo Alcaraz

La importancia de algunas áreas de Cayey como sitios de ecoturismo y turismo cultural ha sido reconocida por el municipio, que propone adecuar el sistema de caminos que discurre cerca de la histórica carretera PR 15 de Jácome, para interpretar la rica historia rural y ecológica de la zona.
La ruta parte desde la iglesita rural de Sagrado Corazón (atribuida su arquitectura a Ramón Frade), desciende a Jájome Bajo y luego sube a la simpática quinta de veraneo de la familia Mendoza (doña Inés María, esposa de don Luis Muñoz Marín). En esta última queda maquinaria para el procesamiento del café que aún se cultiva en algunas fincas del sector.

Otra zona en desarrollo propuesta, y recientemente declarada reserva natural, es el sector de Las Planadas, entre los barrios Pasto Viejo y Lapa. Pasar por sus particularmente agrestes caminos es retroceder con impulso –e irónicamente a la sombra de la autopista PR 52– a la historia de nuestros antepasados, no sólo los jíbaros de nuestro folclore, sino hasta los indígenas que los precedieron y fueron parte de su insumo genético.

El paisaje cultural de Las Planadas presenta una oportunidad única para poder explorar elementos de la prehistoria e historia de la agricultura, el transporte y los patrones tradicionales de asentamiento en nuestro País.

Entre los elementos a observar son las casas vernáculas de la altura, mayormente de la cuarta y sexta década de siglo XX, con el uso de postes, estantes y vigas; junto a estas tormenteras aún existentes; impresionantes y numerosas terrazas agrícolas construidas con piedras con las cuales los indígenas podrían ser los responsables. La disposición de éstas en los sectores de Planadas y Yeyesa, otrora empleadas como conucos de labranza aún entrado el siglo XX, crea un conjunto impresionante que puede dar luz a unos elementos aún ignotos de la historia agraria puertorriqueña.

Los habitantes del área contaban también con un sistema de cajas empleadas para llevar el agua de numerosas quebradas hacia las residencias enclavadas, muchas de las cuales aún subsisten y les fluye aguas cristalinas y relativamente impoluta.

La abundancia de agua y la cantidad de remanentes edificados y culturales atestiguan que este lugar fue fuente de vida y sustento para cientos de personas, y posiblemente, uno de los principales nodos de comunicación entre las tierras altas y bajas.