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Vista de la montaña de El Yunque. / Foto por: Ricardo Alcaraz |
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Otra informacion |
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No todo lo que muestra El Yunque al mundo está a la vista. Se sabe, por ejemplo, que es el área natural protegida de mayor extensión en la Isla: tiene casi 29,000 cuerdas, más del doble que el segundo bosque de mayor extensión en Puerto Rico.
Además, está localizado en las montañas de la Sierra de Luquillo, al este de la Isla, y es el área natural protegida que recibe el mayor número de visitantes anualmente -cerca de 600,000-, lo que lo coloca en la segunda posición como destino turístico en Puerto Rico.
También se sabe que el Yunque es un área natural reconocida y formalmente protegida con fines de conservación desde el 1876 cuando se decide nombrarle reserva forestal por la Inspección de Montes del gobierno de España mediante proclama. Desde principios del siglo XX, El Yunque pasa a ser administrado por el Servicio Forestal de los Estados Unidos. Hoy cuenta con un centro de visitantes conocido como el Portal del Yunque.
El centro ofrece, con cita previa, visitas para grupos que son guiadas por intérpretes ambientales y pabellones de exhibición.
En el área existen dos torres y una plataforma de observación, además de un sistema de veredas con una extensión total de 24 millas.
Se permite acampar con previa autorización, y al igual que los servicios de visitas guiadas, se cobra una cantidad que varía por número de personas y edades (www.fs.fed.us/r8/caribbean o www.fs.fed.us/r8/caribbean/).
Encantos naturales
El Yunque se torna más espectacular cuando se conoce que el área es uno de los mejores lugares para disfrutar la biodiversidad acuática que se puede encontrar en Puerto Rico.
A través de sus cuerpos de agua dulce se transportan corriente arriba y corriente abajo nueve especies de camarones, siete de peces y una especie de cangrejo (buruquena).
El Yunque alberga una de las más importantes muestras de la biodiversidad de Puerto Rico. Y gracias a las lluvias, en su conjunto El Yunque puede producir hasta 160,000 millones de galones de agua al año.
Estudiosos de la ecología de los bosques tropicales han reconocido hasta cinco diferentes ambientes naturales o zonas de vida, cada una caracterizada por distintos tipos de bosques. Por ejemplo, el bosque Enano, en los picos más altos, y el bosque de Palma de Sierra, Palo colorado y Tabonuco.
En El Yunque se han identificado 240 especies diferentes de árboles, 88 de los cuales son únicos de Puerto Rico y 23 que, como muchos helechos y orquídeas, solo se encuentran en dicho lugar.
A su vez, se han reportado cerca de 80 especies diferentes de aves, entre ellas la Cotorra de Puerto Rico, que no existe en ninguna otra parte del mundo. Aunque su población se encuentra en peligro de desaparecer, aún habita silvestre en este bosque.
Por otra parte, casi todas las especies de reptiles y anfibios de Puerto Rico habitan en El Yunque y están representados mayormente por lagartos, y los coquíes, un grupo de ranas muy elocuentes, muchas de las cuales existen solamente en la Isla.
Un delicado equilibrio
Hasta aquí, todo bien. Y sí, estamos de acuerdo en que El Yunque es una maravilla.
Pero hay maravillas que pueden convertirse en pesadillas cuando una nueva promoción de El Yunque, como una de las nuevas “Siete Maravillas del Mundo”, no va acompañada de medidas que ayuden a soportar la nueva oleada de visitantes.
El aumento en el número de visitantes se traduce en una mayor demanda por los recursos y servicios que este bosque puede ofrecer y, por consiguiente, en un mayor impacto sobre el medio ambiente por el volumen de desperdicios sólidos, el tráfico de vehículos y personas, y la condición física de las veredas, caminos y carreteras.
Por esto, la agencia que administra y gestiona el manejo y conservación de El Yunque (como también quienes lo visitan) podría estar ante uno de los retos más importantes que haya enfrentado en tiempos modernos.
Lo mejor de lo nuestro
Los puertorriqueños ven El Yunque como un símbolo muy suyo y han desarrollado una conciencia de no perder sus símbolos y su cultura (ver artículo de Marta María Maldonado, Manuel Valdés-Pizzini y Alonso R. Latoni: Owning and Contesting El Yunque: Forest Resources, Politics and Culture in Puerto Rico, publicado en el Berkeley Journal of Sociology, volumen 44/1999-2000).
Un bosque, como El Yunque, no es sólo un conglomerado de árboles, plantas y animales, es también un bosque de símbolos asociados a la cultura de sus pobladores, vecinos, vecinas y usuarios, con una larga trayectoria histórica de relaciones socio ambientales con este espacio natural.
El Yunque tiene una historia fascinante, aunque no resulte evidente de su actual proyección y del manejo de la información en los medios tradicionales, los letreros y folletos informativos del Servicio Forestal. La riqueza de El Yunque está en lo que ocultan sus raíces, es decir, su historia.
Una rica historia de luces y sombras
Los indígenas y primeros pobladores de la Isla tallaron sus símbolos en petroglifos sobre piedras en los ríos; hacendados del viejo mundo introdujeron en sus tierras la agricultura, nuevas especies de plantas y extrajeron madera para exportar a sus tierras de origen.
Africanos esclavizados encontraron refugio seguro en sus bosques, huyendo del maltrato y abuso de sus amos. Más tarde, campesinos y campesinas desmontaron y despejaron árboles para subsistir con la limitada agricultura que era posible en estos suelos ricos en bosques, pero muy pobres para el cultivo.
Mientras, hacendados criollos establecieron plantaciones de café bajo la sombra de sus árboles. Ingenieros forestales de la Inspección de Montes del gobierno español midieron los límites del bosque para más tarde, en el 1876, proclamarle reserva forestal por orden de la Corona de España.
Luego, sus homólogos estadounidenses le designaron Bosque Nacional, bajo el lema “para el beneficio de la gente de la Nación” (to benefits the People of the Nation) y no para las personas de las comunidades donde se encuentra El Yunque.
Más tarde promovieron la recreación, la conservación de recursos y el uso de algunos de los picos de sus montañas para instalaciones militares, comenzando en la Segunda Guerra Mundial.
Los desafíos para un lugar “nuestro”
Hoy, más de medio millón de personas visitan El Yunque. Entre ellas, usuarios fieles y frecuentes de los recursos y ambientes naturales que no vienen motivados directamente por la observación de aves, la práctica del “hiking”, la fotografía natural, la botánica o los datos científicos que exclaman la importancia de este bosque.
Son visitantes que perciben El Yunque a su manera, se apropian de él y que lo asumen suyo, quizás como el más significativo y más importante ejemplo del patrimonio natural de Puerto Rico.
Estudios etnográficos sobre el tema de la dimensión humana de los bosques de Puerto Rico, y en particular de El Yunque, destacan que para los puertorriqueños y puertorriqueñas tiene un fuerte significado nacionalista y patriótico.
Así lo revelan muchos de los testimonios que se documentan en Front-End Evaluation for el Portal Project, realizado en 1992 por Valdez Pizzini, Latoni, Rodriguez y Silva en colaboración con el Servicio Forestal.
Expresan que El Yunque “es nuestro patrimonio nacional”, “algo completamente puertorriqueño”, “un lugar sagrado”, “es Puerto Rico en todo su esplendor” o que “es algo nuestro que podemos mostrarle a nuestros hijos”.
Los peligros que afronta
Y es que El Yunque es un lugar en torno al cual los puertorriqueños han construido mitos, percepciones y valores que alimentan significados con los que se identifica la población y que trascienden por mucho el término de bosque tropical lluvioso (a tropical rain forest) con el que se le nombra de forma genérica, usualmente en la jerga del lenguaje publicitario oficial y comercial turístico.
Pero hay peligros. En la falda alrededor de El Yunque se experimenta un agresivo y rápido crecimiento urbano que amenaza con aislarlo, y un notable incremento de comercio extranjero, que va capitalizando, controlando y transformando no sólo las oportunidades económicas en torno a El Yunque, sino que también la mirada ancestral o vivencial que sus comunidades han experimentado.
Reconocer la importancia de El Yunque, no solamente como un espacio espectacular, sino como un lugar enraizado en un pueblo con conocimientos, historias y experiencias, es promover El Yunque de una forma responsable y sostenible, que entonces y sólo entonces se convertirá en “la maravilla” para todos y todas.
Por Sylvia Lleras Silva y Fernando Silva Caraballo
Más en la edición #6 de alterNativo©.