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/ Foto por: Fotomontaje |
La mejor evidencia es el modo en que celebramos las navidades. Son de las fiestas más largas del hemisferio, desde el ‘acriollizado’ Día de Acción de Gracias en noviembre hasta las Octavitas y las Fiestas de la calle San Sebastián en enero; alrededor de cincuenta días en que nos olvidamos de que “las cosas están mal” y nos dedicamos con fervor a sembrar esperanza. Además, con más de 500 años de historia, la cultura puertorriqueña es un mosaico de costumbres y tradiciones. Algunas antiguas, la mayoría modernas y unas cuantas contemporáneas. Unas de aquí, otras asimiladas y adaptadas a nuestro gusto.
La Comunidad LGBTT es parte integral de ese mosaico cultural puertorriqueño. Nuestra forma de celebrar, a nivel comunal e individual, abona a esa identidad de pueblo.
Para Caleb González, un joven gay de 27 años, publicista y padre de una hermosa niña de siete años, la Navidad es tiempo de reflexión, de expresar amor a quienes importan en nuestras vidas y de dar obsequios, aunque sean unas palabras. A Caleb la paternidad le ha añadido otra dimensión a las fiestas. “Ver a mi hija, a quien más amo, me provoca imágenes de tiempos de inocencia y me ocupo de enseñarle que es temporada de pasarla en compañía de las personas a quienes más amamos. Los regalos son buenos, pero lo importante es el amor”, destaca.
Para festejar, le gusta la compañía de su hija y sus amigos, las fiestas familiares y las parrandas. No se pierde La Feria en los predios del Hiram Bithorn, a la que asiste en corillo para pasarla “brutal”, y afirma que para disfrutar lo único que se necesita es buena actitud. “Pasarlo bien donde me coja, aunque frecuento mucho S Lounge, bien acompañado de aquellas personas que son el amor hecho carne”.
“Navidad para mí es la ocasión ideal para disfrutar de todos mis amores: Dios, mi familia, mis amigas y amigos. Uno que falte y ya no sería Navidad”, dice Leni Rivera, maestra de segundo grado, para quien esta época representa una mezcla de solemnidad y festejo. Como cristiana, reconoce la importancia de conmemorar el nacimiento de Jesús y cumple con todos los ritos establecidos.
Aprovecha la explosión de eventos culturales, típica de la temporada navideña, y disfruta del Encendido de La Fortaleza, de las decoraciones y luces en las Plazas del Viejo San Juan, la despedida del año en el Centro de Convenciones en Miramar y la Fiesta de los Reyes Magos en el pueblo de Juana Díaz. Leni no piensa perderse el tradicional Concierto de Navidad interpretado por la Orquestra Sinfónica de Puerto Rico en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré en Santurce. “Sin olvidar las fiestas en casa de tío Peter y tío José, donde mi padre y sus amigos tocan hasta la madrugada todas las canciones navideñas populares y tradicionales del pasado y presente”.
Las Fiestas de Pascua son el momento perfecto para una velada junto con los amigos. La pareja compuesta por Roberto Olmeda y Francisco Villafañe es experta en poner la mesa elegantemente y crear el ambiente ideal para pasar una noche espectacular. Tienen como costumbre navideña viajar y el pasado año visitaron Italia. Pero éste se quedarán en Puerto Rico, por lo que sus amigos están de plácemes.
Francisco, relacionista público en el Municipio de Cidra, es un excelente cocinero y anfitrión. Roberto, director escolar en San Juan, explica que ellos no participarán de ningún evento religioso, pero sí harán una profunda reflexión del año que ha transcurrido y sobre la dirección de sus vidas. “Este año pensamos ir de compras a Plaza Las Américas y al Viejo San Juan, visitar la Feria Bacardí con amistades y celebrar el Día de Reyes junto a nuestro sobrino Fabián”, dice Francisco. “Y, por supuesto, invitaremos a nuestros amigos más íntimos a saborear la excelente cena que Paco preparará”, añade Roberto, demostrando el orgullo y amor que siente por su compañero.
Mientras, para el dentista Francisco Rodríguez, soltero de 51 años, la Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús y prefiere vivir la temporada religiosamente. No obstante, también gusta de compartir con amigos y conocidos en restaurantes como La Casita Blanca, UNO’S, Ropa Vieja y Tijuana en Santurce. Francisco asiste a actividades especiales en la Iglesia Sendero de la Cruz, donde se siente totalmente aceptado y su fervor cristiano se fortalece. Aunque no ve la Navidad como época de consumo, gusta de hacer regalos para gratificar a los verdaderos amigos, y especialmente a la familia. Celebra el fin de año en un servicio especial de la iglesia y luego se reúne con Miguel, un amigo especial con quien por años ha acostumbrado tomar, al menos, una copa de champaña. Francisco disfruta de las fiestas de Reyes porque han tenido un significado especial desde su niñez y le emociona recordar cómo los Santos Reyes adoraron al recién nacido, según la tradición cristiana.
Raymond Rodríguez, joven gay VIH positivo y ferviente activista de los derechos de las personas con VIH, tiene otra tarea estas navidades: decorar su nuevo apartamento. Con 35 años, este oficial de enlace comunal del Departamento de Familia y Comunidad de San Juan, reconoce que “algo tendré que poner para que se sienta que llegó la Navidad”. Lo más que le alegra es la Noche Buena, la despedida de año y el Día de Reyes junto con su madre, hermanas y sobrinas. Raymond atesora sus amistades del grupo de apoyo para hombres gay viviendo con VIH, quienes tienen por costumbre hacer una cena y pasear por toda la Isla.
Para cerrar con broche de oro, no se perderá este año la fiesta de Navidad en Tía María’s Liquor Store en Santurce durante la primera semana de enero, y como todos los fines de semana, estará en la playa Atlantic Beach en Condado. Raymond afirma que, aunque no celebra ningún acto religioso en particular, tiene “un gran respeto por la vida”. “Aprovecho la época para reflexionar cómo ha sido mi vida durante el año y hacer inventario de las lecciones que he aprendido. Es bien importante para mí demostrar que se puede vivir a plenitud y ser feliz siendo VIH positivo. Es el mejor regalo que puedo ofrecer”, sostiene complacido.
En la diversidad está el verdadero color de esta época, en la masa corpórea de los 4.5 millones que habitamos esta Isla. Cada uno tiene sus ideas, intenciones y emociones. Ca
Por Max Charriez y Miguel Diffoot
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