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  POR LOS PUEBLOS / RECORRIDOS
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Aguadilla: Recuerdos de una niñez
“Aguadilla querida, barrio del Tamarindo cueva de golondrinas cuajadita de nidos, donde las piedras cantan junto a los Tres Amigos y el Cerro de las Amigas es un mudo testigo”. Rafael Hernández / Foto por: Ricardo Alcaraz

Carlos Carrero

Viajan mis memorias a la Calle Mercado de Aguadilla, en donde mis abuelos me cuidaban. Recuerdo los bollitos de pan de la panadería La Abeja; la plaza de mercado donde Layo, el barbero, me recortaba; a Doña Haydée en el laundry de la esquina; los limbers que hacía doña Josefa; a Manolín el mecánico; a doña Canena, cuando se paraba a hablar con abuela; y si sigo, la lista no termina. A mi mente llega el Parque Colón, la Tienda Sesto, la Farmacia Ferrari, el Parterre y otros lugares a los que iba cuando niño. Esas memorias se mezclan y se suman a los recuerdos de cuando estudié en Colegio Regional de Aguadilla de la UPR y a los ‘jangeos’ por esa zona. Ensimismado en esa melancolía, me voy a visitar esos lugares para saber si todavía existen o si ahora han cambiado.

Una victoria perdida
Viviendo en Rincón, mis viajes a Aguadilla los solía hacer atravesando el pueblo de Aguada. La primera visita que hacía en Aguadilla era en el Sector La Victoria. Hoy en la intersección de la PR 115 con la PR 111 se observan unas estatuas que rememoran una escena cotidiana de los indios taínos. Ya en la PR 111, observo cómo ese sector, que en mi memoria estaba lleno de vida comercial, supermercados, ferreterías, gasolineras y concesionarios de autos, hoy la mayor parte de estos establecimientos están abandonados y varias casas echadas al olvido.

El Parque de Colón
Continúo mi trayectoria y me dirijo al Parque de Colón (PR 442) recordando los festivales playeros que las emisoras de radio hacían allí. Recuerdo a mis tíos con los calderos de arroz con gandules y el pollo asa’o para pasar el día en la playa. Observo la casa del árbol por donde corría con mis primos, el trencito y los botecitos de pedales. Rememoro estas experiencias, mientras me emociono al ver que el señor que vendía los pinchos con tostones todavía está allí, deleitando con sus pinchos acompañados de su amable sonrisa. Entonces, me parece verme corriendo al escuchar la frase “llooora nene, llooora..., pa’ que te compren la piragüa”, es la inconfundible frase del piragüero que estaba allí todos los fines de semana.

La pescadería del Higüey
Luego de dar la vuelta por el Parque de Colón, sigo mi recorrido pasando frente a la pista de patinaje sobre hielo y la Plaza Pública del Higüey (PR 442). Ahí veo los kioscos frente a la rampa de los botes al lado de la pescadería. La Asociación de Pescadores del Higüey tiene sus instalaciones allí, donde puedes comprar pescado fresco. Todavía recuerdo el atún y el marlín que el pescador, hijo de don Toño, le llevaba a abuela y que ella freía con tostones de los plátanos que compraba en la Plaza del Mercado.

El Parterre
Sigo en búsqueda de mis recuerdos y decido ir al Parterre para recordar los paseos dominicales. En el camino, paso por la playa que está detrás de donde antes estaba el Parque de Bombas, al lado del Centro Judicial. Mi mente evoca aquellos días en los que jugaba en la arena con mis primos. Paso de la PR 442 a la PR 440 casi sin darme cuenta. Me acuerdo de todas las casitas que había a la orilla de la playa y que hoy han sustituido por un estacionamiento municipal. Así llego al Parterre, donde todavía las caras de los leones continúan dejando fluir los chorros de agua que nos mojaban los pies. El Parterre era el ojo de agua donde la gente del pueblo iba, en otros tiempos, a abastecerse del recurso para su uso doméstico. Hoy, justo al lado de esta fuente de agua, se ubica una placita con varios kioscos donde venden empanadillas, bacalaítos y otras delicias culinarias de la cocina boricua. Claro, allí también encuentras una cerveza fría y otros refrigerios.

La Plaza Rafael Hernández
Continuando con la aventura, me dirijo al centro del pueblo por la Calle Muñoz Rivera. Al llegar a la plaza me parece escuchar la música del carillón con las canciones de Rafael Hernández que sonaban cada tarde cuando lo colocaron allí. Veo la Farmacia Ferrari (la más antigua en el pueblo de Aguadilla) y la Tienda Sesto. Definitivamente tengo que entrar a buscar recuerdos del pueblo. Resuenan las campanas de la Iglesia Católica; viaja mi mente nuevamente, casi puedo ver a las familias entrando para la misa del domingo. La iglesia, una estructura histórica que la diferencia en sus dos torres nos recuerda el terremoto que destruyó parte del templo en el 1918.

El Crash Boat  y el Muelle de Azúcar
lSigo por la PR 111 y disfruto la vista al mar  por Cuesta Nueva, y la experiencia de subir a través de un mogote hasta llegar a la PR 107. Me desvío a la izquierda, rumbo norte, para llegar a mi siguiente destino, la playa conocida como Crash Boat. Esa es una parada obligatoria para comer pescado frito en la pescadería y sacar algunas fotos a la famosa yola aguadillana. Caminando por la playa se divisa a la distancia el antiguo muelle de azúcar, testigo silente de tiempos pasados. Aquí mis recuerdos cambian a mis años de universidad. Recuerdo aquel “party de música ska” en aquella noche del 1995. Aún me parece escuchar las canciones de “Los Pies Negros”, mientras todos bailábamos y brincábamos al son de las guitarras y las trompetas.

Pa’ las ruinas
Luego de ver las yolas, saborear el plato de mariscos y recordar los tiempos de bailar ‘ska’, es hora de ver las olas en el área de las Ruinas. Me dirijo hacia la Base de Ramey. Ya al lado del Aeropuerto Internacional Rafael Hernández, me desvío a la izquierda bordeando y atravesando el campo de golf. Sigo el camino hasta llegar a los restos del Antiguo Faro de Aguadilla. Este faro fue construido por los españoles en las postrimerías del siglo 19 y estuvo en pie hasta el terremoto del 1918. Hoy sus restos nos permiten construirnos ideas de historias fantasiosas. Las paredes y los cimientos, que aún se mantienen en pie, sirven de musa para los fotógrafos que gustan de permitir el fluir de su creatividad iluminados por el antiguo faro de Aguadilla.


Ya es hora de abandonar este viaje de recuerdos, no sin antes buscar unos limbers 100% naturales en el Coquí Típico. Este lugar, que se  encuentra en la PR 459, era uno de los favoritos de la familia en las tardes calurosas de domingo. Un limber de uva, de coco o de fruta es la perfecta manera de cerrar este viaje de recuerdos de mi niñez en Aguadilla.