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Camarero

Camarero, un hipódromo de clase mundial, igual que la historia de su nombre.

Puerto Rico tiene grandes atracciones para quien visita nuestra Isla, ya sea turista o viajero o viajera de negocios, estudiante o trabajador inmigrante. Resaltan las prístinas playas a lo largo de toda la costa, los bosques tropicales, los sistemas de cavernas, el rico y variado folclore y música, así como la arquitectura colonial conservada en varias de sus principales ciudades. Sin embargo, hay una atracción que muchas veces pasa inadvertida, a pesar de que constituye un espectáculo de clase mundial que rivaliza con los mejores del mundo: las carreras de caballos de pura sangre.

La tradición hípica moderna en nuestra Isla se remonta a 1911, cuando los primeros caballos purasangres Covadonga y Meteoro, llegaron a Puerto Rico. Estos vinieron a enriquecer una línea de crianza nativa que se remonta al siglo XVI cuando, durante la colonización española, se efectuaban carreras de caballos en las fiestas de San Juan Bautista.

En 1882 se inauguró el primer hipódromo, ubicado en la sureña ciudad de Ponce. Luego se construyeron hipódromos en San Germán, Mayagüez y San Juan y se generó gran interés del público, motivado por las rivalidades regionales. En 1913 se creó una Comisión Hípica Insular que fiscalizaría el deporte. Sin embargo, fue en 1916, con la instauración de la jugada del “pool”, que se popularizó el hipismo. Llegaron a operar simultáneamente tres hipódromos en el área metropolitana. Muchos caballos descendientes de los purasangre que deportistas de la Isla continuaban importando, mejoraron la raza caballar nativa y comenzaron a surgir caballos nativos que se convirtieron en ídolos de los fanáticos.

Para la década de los cuarenta, surgió un ejemplar cuyas ejecutorias en la pista constituyen –aún hoy– un récord mundial. Ese caballo, llamado Camarero, acaparó la atención de toda la población cuando durante cuatro años amasó la friolera 56 victorias seguidas. El actual hipódromo, así como la compañía que lo opera –con capital puertorriqueño– ostenta el nombre de este equino, ídolo de multitudes. La frase legendaria de “Camarero en punta”, fraguada por el narrador Pito Rivera Monje, resonaba por los cuatro costados de la Isla a través de las bocinas de radio en cualquier lugar. El país se paralizaba para escuchar la narración de las carreras en las que participaba.

No pasó mucho tiempo para que el singular auge que las hazañas de Camarero le imprimieron al hipismo, promovieran el establecimiento de un nuevo y moderno hipódromo en la ciudad de Carolina: “El Comandante”. Allí comenzaron sus carreras profesionales dos de los más importantes jinetes de Puerto Rico, Eddie Belmonte y Ángel Tomás (Junior) Cordero, quienes posteriormente se consagraron en hipódromos de Estados Unidos.

Belmonte fue el primer puertorriqueño en montar un ejemplar ganador en una de las carreras de la Triple Corona, el “Preakness Stakes”, en 1970. Mientras, Cordero, ganó el “Kentucky Derby” en tres ocasiones: con “Carmonade” (1974), “Bold Forbes” (1976) y “Spend a Buck” (1985). También triunfó en el “Preakness Stakes”, con “Codex” (1980) y “Gate Dancer” (1984). A su vez, en el “Belmont Stakes”, se impuso con “Bold Forbes” (1976).

En 1991, el ejemplar favorito del “Kentucky Derby”, Mister Friskey, aunque importado, era propiedad de intereses puertorriqueños. Luego de trece victorias invicto en el hipódromo El Nuevo Comandante, en Canóvanas, compitió en ese clásico y llegó quinto. Luego de la carrera se descubrió que había participado afectado de un doloroso tumor en su cuello, del cual fue exitosamente operado. Posteriormente fue destinado a la recría. Tras muchos años en Estados Unidos, actualmente es propiedad de intereses japoneses, los que lo adquirieron de sus anteriores dueños norteamericanos por sus excelentes líneas de sangre.

Récord de apuestas

Precisamente ese año se implantó el Sistema Electrónico de Apuestas, que permite al jugador adquirir su participación en cualquiera de las cerca de 700 agencias hípicas existentes alrededor de la Isla, y seguir su jugada a través de la transmisión televisiva. En momentos en que muchos hipódromos del mundo pasaban una crisis, en 1996 el Nuevo Comandante, antecesor de Camarero, registró jugadas récord de 256 millones de dólares apostados y cerca de veinte millones repartidos en premios.
Actualmente, el jinete John Velásquez, quien también debutó en el hipódromo El Nuevo Comandante y proviene de la Escuela Vocacional Hípica (operada por la Administración del Deporte Hípico), es uno de los principales jinetes de Puerto Rico y del mundo, digno sucesor de Belmonte y Cordero, así como ganador del Premio Eclipse al mejor jinete del año. Como portaestandarte de esa excelsa tradición, el Hipódromo Camarero continúa haciendo historia.

Toda la historia del llamado “deporte de reyes” en Puerto Rico está matizada por el colorido de un espectáculo de gran vistosidad en unas facilidades de primer orden. El Hipódromo Camarero está situado en la ciudad de Canóvanas, a apenas 20 minutos del área metropolitana de San Juan, con acceso por excelentes autopistas. Además, está designado por la Confederación Hípica del Caribe como sede permanente del Clásico del Caribe, por lo que todos los años, durante diciembre, recibe los mejores purasangres y jinetes de los países de la Cuenca. Participantes de México, Panamá, Venezuela, Colombia, Jamaica, República Dominicana y Trinidad y Tobago enfrentan a los productos de la crianza nativa. 

Por Miguel Calero

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