Sylvia Lleras Silva
|
Jardín Botánico de la Comunidad San Salvador en Cuaguas. / Foto por: Ricardo Alcaraz |
En Puerto Rico existe un tipo de turismo alternativo que apenas se reconoce como tal: el turismo comunitario. La mayoría de las veces éste nace de la espontaneidad, pero con denominadores comunes: el amor de los residentes por su entorno, la preocupación por su comunidad, la admiración por la belleza que les rodea, el reconocimiento del talento de los miembros de su comunidad y una historia de lucha.
Muchas de estas comunidades comienzan a desarrollar este tipo de turismo que en ocasiones es incipiente e, incluso, desconocen que sus esfuerzos lleva ese nombre. Pero siempre están las ganas de compartir lo que son y quieren seguir siendo. Desde estas páginas le contamos sobre uno de esos esfuerzos, el del barrio San Salvador, en Caguas.
Barrio San Salvador, en Caguas
La intención era llegar a Cayey, pero antes del último peaje de Caguas (Caguas sur), nuestro “GPS humano”, Fernando Silva Caraballo, se desvía en la salida 23. En el semáforo dobla a la derecha e inmediatamente a la izquierda (esta es la PR 1, que va de Caguas a Cayey) para seguir por la carretera 765.
Me mira de medio sosquín, como diciendo tranqui, que todavía falta un tramo. Seguimos subiendo. De más está decir que aquí no hay tramos rectos.
Parada. Llama a Awilda, quien le indica que vamos bien. Le menciona que debe encontrar a su mano derecha un parque muy arregladito, que los borinqueños llaman Eco Plaza Borinquen. Aquí yo respiro. Es que esto de ser pasajera cuando empiezo a coger curvas hace que desconfíe de todo (y ni hablar de los frenazos que he dado en mi freno imaginario del asiento del copiloto).
En ese respiro-suspiro siento el fresco. Seguimos subiendo y encontramos una escuela a mano derecha. Definitivamente ya estamos cerca de la Comunidad Organizada de San Salvador (COSS).
Llegamos a una estructura clara (a mano izquierda de la carretera), que anuncia su museo comunitario. Esperamos a nuestro enlace, Awilda García.
A mano izquierda, subiendo la vista, se observa un cerro que, fijándose bien, tiene forma de un cemí taíno. El verde se advierte en los alrededores. Casas sencillas de vez en cuando salpican el paisaje, pero todavía se ven más árboles que montañas.
Llega Awilda y comienza a abrir las ventanas del antiguo centro comunitario, que ahora es sede de COSS. Nos explica que alquilaron el lugar para un quinceañero y, aparentemente, el equipo de música de la fiesta provocó un corto circuito que los dejó sin electricidad. Eso no es lo importante, sí nuestro encuentro.
Y precisamente esa es la maravilla de cuando visitamos diferentes esfuerzos comunitarios. Los lujos, protocolos, superficialidades, se van quedando atrás, en el cemento. Acá la vida es más vida, dura, porque tienen que buscárselas, pero acostumbrados a separar “el grano de la paja”.
Para sobrevivir había que apoyarse, reconocer las habilidades y los talentos de cada cual y servirse unos a otros. Hoy, la cercanía de las carreteras propicia el vínculo de estas comunidades a otros ritmos de vida, típicos de las zonas más densamente pobladas. Pero siempre hay pilares que tratan de preservar la belleza humana y natural. Dos de esos pilares son Awilda y Evelyn, quien llega poco tiempo después y que, además de compartir el mismo apellido (García), comparte la entrega y amor hacia su comunidad. Ambas son “nacidas, criadas y no contaminadas” en San Salvador.
Su trabajo comunitaio organizado lleva 11 años, pero es ahora que sienten que han llegado a una etapa más madura en el desarrrollo de su organización.
Han elaborado un plan de desarrollo conjunto con miembros de la organización PECES, de Humacao, pues desean ver resultados económicos que sean para propósito de la sustentabilidad de la organización, y para beneficio de su comunidad y visitantes.
Recursos naturales
Cuentan con un excelente clima, buena tierra, impresionante flora, ríos, charcas, cascadas y asentamientos taínos cercanos. Saben que el lugar es idóneo para quienes quieren observar pájaros, practicar el senderismo y el rapelling. Pero no les interesa que gente de afuera lo desarrolle. Ellos y ellas lo pueden hacer, y ya están ecaminados hacia ello.
Han comenzado a dar entrenamientos a jóvenes del lugar para que sean los futuros guías. Siempre sus esfuerzos lo trabajan con las escuelas de la comunidad. Y no sólo están los recursos del lugar, sino también sus jóvenes, a quienes han envuelto sabiamente en diferentes proyectos, y son la mejor garantía para que el sentido de pertenencia y la calidad de vida de su gente continúe.
“Ya comenzamos nuestro Jardín Botánico, que es parte de la Empresa Pirucho. Pirucho es uno de nuestros cerros. Lo trabajamos con el Depatamento de Extensión Agrícola. Vamos a tener para la venta plantas ornamentales, medicinales y florales”. Quisieran levantar un centro agrícola (cuentan con cinco cuerdas) y establecer diferentes empresas.
Además, contarán con un área para acampar, pero en el mismo centro, habilitarán algunos espacios para quienes quieran hospedarse.
En el Jardín Bortánico proyectan abrir un gazebo de información para antender al público. A su vez, planean convertirlo en el punto de partida para la salida de las diferentes excursiones que se planifiquen.
Pero no tiene que esperar a que esos planes ya comenzados se materialicen. Hoy puede llamar (787-747-4064) y hacer cita para visitar los petroglifos, hacer senderismo, disfrutar de los ríos del sector Morena y el Maracal, llegar a las cascadas, subir montañas y cerros y, finalmente, conocer el museo comunitario. Ismael González es el encargado del Grupo Pirucho. El lo guiará en la excursión que diseñe y, también, coordinará la visita al museo, pues es su director interino.
No tiene que salir del área para almorzar, porque los volutarios y voluntarias del centro le pueden incluir en el paquete de entretenimiento un suculento almuerzo.
Igual, hay una empresa privada en el área metropolitana, Eco Quest, que en coordinación con el COSS provee opciones para explorar en el barrio San Salvador.
Las Garcías
Evelyn, maestra jubilada y jubilosa, lleva más de 35 años trabajando por su comunidad. Le encanta recorrer sus entornos. Me sospecho que por eso siempre aprovecha y se va con grupos como Caminantes, que ya visitaron a San Salvador, entre otros.
Si tiene la oportunidad, no se limite a conversar con ella, que le ayudará a conocer más el lugar, sino regálese una de sus bolsas, accesorios o hamacas que cose y borda con el emblema o logo que usted quiera. Son chulísimos y personalizados. Embelecos Eva, así se llama su pequeña empresa.
Awilda, con su dulzura y firmeza, coordina el desarrollo de COSS. Igual es artista: pinta. ¿Su inspiración? La naturaleza. Cómo no, si se ha criado en un lugar privilegiado. Su arte se nutre del ambiente. Visite su galería.
¿Quiere más? Pues compre dulces típicos de ajonjolí, tembleques, besitos de coco, arroz con dulce y demás que Doña Lydia Flores confecciona.
Prepare comida al gusto puertorriqueño con los sofritos de Edna Rodríguez o Esther Coto. Coma los pasteles de Carmen Viguella.
¿Desea llevarse recuerdos o regalar algún producto de los miembros de esta comunidad? Para ropita de bebé, bordada o tejida, visite Creaciones Francheska, de Lucy Trinidad. También están las artesanías hechas con materiales de la naturaleza, como semillas, piedras, cortezas de árboles, hojas de yagrumo, yagua y demás, que realiza María Socorro del Valle (“Cuqui”). Los diseños y figuras se los sugiere la propia naturaleza. Su taller está localizado en su hogar y se llama Raíces de Moré. Así honra al sector del que proviene: Morena.
Dicen que para muestra un botón basta, pero aquí le hemos dado varios botones para que conozca la inmensa riqueza de recursos humanos con que cuenta la comunidad.
Por supuesto que la música no podía faltar. Integrantes del mismo museo comunitario y miembros del Grupo Pirucho conforman un grupo musical.
Tocan guitarrra y cuatro, pues es la música típica y de Trova la que les provoca. Recientemente, José Omar González ganó un primer lugar en un concurso de Trovadores. Según la actividad se reactiva el grupo, pero saben que en días especiales como San Valentín y las Madres, los residentes los contratan para que lleven serenatas a sus seres queridos. Actividad también diseñada y promovida por COSS que, de esta manera, resalta a los jóvenes y adultos con talento, además de sacar fondos para su organización.
Con suerte, si anda por las fechas del Festival Folclórico Salvadoreño en noviembre, podrá disfrutar de todo lo que le hemos narrado y más.
¿San Salvador? ¿Contra Viento y Marea? ¿No les suena a milagro? Pues es una realidad de otra comunidad nuestra.
Por Sylvia Lleras
Más en la edición #2 de alterNativo©.