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Puerto Rico en el hipismo: triple plusmarquista mundial
 / Foto por: Ricardo Alcaraz
 / Foto por: Ricardo Alcaraz

En 1882, se documentó el primer hipódromo de la que podríamos denominar la época moderna del hipismo puertorriqueño. Fue el primero de varios que, a comienzos y finales del siglo XX, existieron en la ciudad de Ponce. El Hipódromo Camarero, en el municipio de Canóvanas, es la actual sede la actividad hípica que, en poco más de un siglo, también ha tenido lugar en San Germán, Mayagüez y San Juan.

En la capital, recordamos los hipódromos El San Juan Hippodromme (en la Parada 20 de Santurce), Las Casas (también en Santurce), y Quintana (Hato Rey). El Hipódromo El Comandante operó en Carolina y luego en Canóvanas, donde hoy ubica Camarero. La historia hípica de Puerto Rico es extensa, y va de la mano de la pasión que ha generado el deporte en el pueblo a lo largo de todos estos años.

El nombre de la nueva sede representa precisamente el respeto a esa tradición, porque Camarero es el más conocido de tres ejemplares nativos que ostentan récords mundiales en los anales de la hípica de todos los tiempos. Sí, mundiales. Mientras Camarero ostenta la marca de más victorias consecutivas como invicto (56 entre 1951 y 1953), Chorisbar posee el mayor número de victorias de por vida (197 primeros lugares entre 1937 y 1947).

Sin embargo, el récord más singular y pintoresco es el de la yegua Doña Chepa, que entre 1998 y 2007 acumuló la friolera de 124 derrotas seguidas en igual número de carreras. La yegua, todavía activa en las pistas, rompe su propia marca cada día que corre y no gana.

La hazaña de Doña Chepa, aunque algunos pudieran tildarla de negativa, no puede ser ignorada. Ningún purasangre ha participado en más carreras consecutivas, en ninguna parte de mundo, sin ganar. Y aunque posiblemente las estadísticas no existan para eso, probablemente exhibe también el mayor porcentaje de últimos lugares en participaciones, porque, de esas 125 carreras, llegó última en 112. El día que completó su hazaña en el óvalo de Camarero, Doña Chepa y los intereses que participaron del evento recibieron una placa conmemorativa del momento. Oronda como plusmarquista, la yegua tuvo su momento de gloria.

Nuestra Isla ha tenido siempre la pasión por el hipismo que permite semejante ironía: los atletas equinos se convierten en héroes populares y sus seguidores muestran el entusiasmo de los hinchas del fútbol. Doña Chepa tiene los suyos. Pero lo realmente enigmático del asunto es que  -a pesar de su desempeño en las pistas- Doña Chepa es poseedora de excelentes líneas de sangre: nieta de Riva Ridge (un ganador del Kentucky Derby y del Belmont Stakes en 1972) e hija de The Bride (una hermana de Secretariat, ganador de la Triple Corona en Estados Unidos y una de las leyendas del hipismo mundial). ¡Quién lo hubiera imaginado!

No es posible dar una explicación científica al desfase entre líneas de sangre de Doña Chepa y su ejecución en las pistas. El desempeño de un purasangre en una carrera de nobles animales, como la vida misma, es un teorema lleno de incógnitas, cuya solución exacta escapa al más abnegado conocedor.

Por eso, aunque Doña Chepa -plusmarquista mundial, como Camarero- no tendrá reservado un mausoleo equino en el hipódromo que lleva el nombre de este último, es tan purasangre como aquél y como el noble potrillo de Gardel y Lepera, que “justo en la raya afloja al llegar”.

Créditos: Jorge Colón Delgado,
Enciclopedia del Hipismo Puertorriqueño, Revista “El Campeón”.

Por Miguel Calero

Más en la edición #3 de alterNativo©.


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