Leoncio Pineda
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/ Foto por: Ricardo Alcaraz |
Aníbal Sepúlveda enseña sobre planificación urbana en Puerto Rico, un país convertido en isla-ciudad, donde diariamente el cemento se traga porciones de naturaleza y el espacio se vuelve escaso. Es precisamente ese problema el que motiva a buscar un cambio y a encontrar soluciones.
De momento, Sepúlveda, fundador del Centro de Investigaciones Carimar y voz autorizada en el campo de la planificación, ya cuenta con un diagnóstico, punto de partida para hallar la ruta correcta para la Isla o para centros urbanos como la capital. Conoce la realidad al dedillo. Ha publicado libros como San Juan: historia ilustrada de su desarrollo urbano, 1508-1898.
¿Cuál es la realidad urbanística de San Juan?
Cuando se habla de San Juan, aún los mismos sanjuaneros piensan en el viejo San Juan. Eso dice mucho de la falta de identidad de las personas con su ciudad.
¿Hacia dónde se encamina el desarrollo urbano de la capital?
Eso depende de muchas circunstancias y factores. Sin embargo, los crecientes costos de la gasolina van a determinar mucho del comportamiento de los ciudadanos y de cómo se conformará el tejido urbano en el futuro. Creo, como muchos otros, que se avecina -ahora sí- un retorno a la ciudad.
¿Qué valor se le da a los espacios urbanos en el área metropolitana?
Hay muchos tipos de espacios urbanos. Una primera aproximación es dividirlos en dos: los públicos y los privados. Los espacios públicos están francamente desvalorados frente a la privatización de las vidas que impera.
¿Hasta qué punto el desarrollo urbanístico implica el entierro de la memoria?
Para contestar a esta pregunta voy a citar a una amiga que se llama Silvia Álvarez Curbelo. Ella dijo hace algún tiempo lo siguiente: “Sin anclajes de memoria se esfuma el porvenir”.
¿Cómo conviven dos polos opuestos como son naturaleza y urbanismo?
Muy mal, por ahora. No obstante, hay mucha gente trabajando constantemente por defender esos recursos ante la voracidad de quienes no terminan de entender que naturaleza y urbanismo no pueden ser polos opuestos. Un buen ejemplo es el esfuerzo que lleva a cabo el Fideicomiso de Conservación y la Universidad de Puerto Rico en el Antiguo Acueducto del río Piedras. Este espacio será un observatorio del agua, en pleno centro de Río Piedras.
¿Nos estamos convirtiendo en una isla ciudad? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Por cuánto tiempo más cabremos en lo que podríamos llamar Isla-ciudad?
Cada vez nos parecemos más a lugares como Singapur que son países-ciudad. Sólo que Singapur tiene solamente alrededor de 700 kilómetros cuadrados, mientras que Puerto Rico tiene cerca de 9,000. Lo que más me preocupa es el poco interés que sobre el tema que tienen grandes segmentos de la población.
¿Hasta qué punto la planificación urbana incide en la psiquis del puerto-rriqueño?
Supongo que te refieres a las formas urbanas prevalecientes, no a la planificación como ciencia social de intervención. No hay duda que el estado de situación de las formas urbanas en el país debe tener efectos directos sobre el estado de ánimo de los que los habitamos. Hay muchos que sienten la necesidad de emigrar ante el estado de situación y la pérdida de calidad de vida.
* Aníbal Sepúlveda es Doctor en Planificación y Catedrático en la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico. Ha publicado numerosos libros sobre la historia del urbanismo en Puerto Rico.
Por Leoncio Pineda
Más en la edición #3 de alterNativo©.