Sylvia Lleras Silva
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Ceiba centenaria. / Foto por: Ricardo Alcaraz |
Cuentan que para 1928, cuando el voplento huracán San Felipe azotó a Puerto Rico hubo una ceiba en Comerío que la tumbó el viento, pero se negó a morir. No estaba dispuesto a transformarse. Quería seguir siendo ceiba.
Entonces, del tronco resurgieron dos ramas verticales que se convirtieron en nuevos troncos y sus raíces fueron abrazándose a los márgenes de la Quebrada La Ceiba. El árbol, ante el embate del huracán, creó estrategias para fortalecerse y aún se ve imponente esperando ser admirado, protegido y reconocido como símbolo de la propia vida.
Hoy les cuento que, cercano al año 2000, un grupo de barranquiteños y barranquiteñas se fueron encontrando y, con el tiempo, fortaleciendo una unión que ha afrontado la crudeza del sistema económico imperante, que amenazaba y amenaza con la destrucción de recursos naturales importantes, como el Cañón Las Bocas, donde aún se puede ver la majestuosa Ceiba.
Hoy todos ellos se han convertido en el Comité Pro Reserva Natural Cañón Las Bocas, Inc, un grupo ya enraizado en la comunidad.
Al cañón lo consideran un santuario ecológico, y les aseguro que cuando se llega al lugar donde está ubicada la ceiba –uno de los muchos atractivos del lugar que comprende más de mil doscientas cuerdas– así se siente.
El cañón es como si fuera una gran catedral, y donde ubica la ceiba, una pequeña capilla. Para ver el imponente árbol se camina por un descampado, espacio donde el comité tiene proyectado levantar una casa ecológica.
Una vereda conduce a un acceso hecho de ramajes, que da la sensación de ser un túnel natural. Parecería la puerta a otra dimensión.
El sonido de la quebrada, más el cambio de luz y temperatura, arropan los sentidos y provocan una embriagante sensación de paz. Comienza la comunión ancestral entre los seres humanos y la naturaleza.
Al subir la mirada, se encuentra al fondo con un gigantesco árbol caído. Una especie de crucifijo viviente. O tal vez sea el altar de esta capilla natural. Hay una fuerza que invita a subir río arriba y llegar hasta la ceiba. Ella permite eser escalada, percibida, y que se aprecie desde su tronco la belleza que la rodea.
Su tronco respira, se siente vivo, como si fuese el cuello de un caballo al que uno le habla y le agradece su nobleza. La misma nobleza que emana nuestro guía y director del Comité Pro Reserva Natural Cañón Las Bocas, Carlos Collazo.
Hijo de un padre agricultor y una madre supervisora de comedores escolares, de mucha fe y amor al prójimo, creció mamando el amor a la tierra y al servicio desinteresado.
Recuerda que, para la década de 1990, se pretendía hacer en Barranquitas un vertedero. Él y un primo pintaron un cruzacalles: “Barranquitas, dile No al vertedero regional”.
Siempre supo que, para lograr algo, sólo había que creer en ello. No importaba si fuesen dos o mil, se opuso con la verticalidad que lo caracteriza y, finalmente, luego de un trabajo de hormiguitas, el vertedero no se estableció.
Su relación con el Cañón Las Bocas, opacado hasta entonces por su hermano, el Cañón San Cristóbal, fue similar. El amor a su suelo le provocó hablar de él, cuidarlo, protegerlo. Sabía que era un lugar importante, no sólo para quienes lo habitan, o para Puerto Rico, sino para el planeta.
Así comenzó su lucha para la protección de las 1,205.68 cuerdas que albergan especies en peligro de extinción como la paloma sabanera y la boa puertorriqueña, así como cuevas, cascadas, ríos, cañones, sumideros y paisajes maravillosos e irrepetibles, necesarios para nuestro espíritu.
Carlos sabe que es mucho el camino que deberá recorrer: hay desconocimiento, alma letal que provoca subestimación y posible destrucción del recurso. Pero también sabe que no está solo. Por eso la decisión de constituir el Comité Pro Reserva. ¿Su función? Pues eso, despertar a quienes dormimos.
En principio, la organización reconoce que las tierras que comprenden el cañón están en manos privadas, lo que significa que necesita que los municipios de Barranquitas y Comerío, donde está ubicado el Cañón, reconozcan la necesidad de proteger dichos suelos.
Sabían que la zonificación debía ser evaluada y fueron por ello. Hoy consiguieron que, tanto la parte del cañón –que está ubicada en Comerío (760.79 cuerdas)– y la de Barranquitas (444.89 cuerdas), se rezonificaran en el Plan de Uso de Terrenos de la Junta de Planificación y en los Planes de Ordenamiento Territorial de ambos municipios. Actualmente, ya están clasificados como Suelos Rústicos Especialmente Protegidos.
No es suficiente, pero es un logro para todas y todos. Para respirar (metafórica y literalmente), saben que esos terrenos deben designarse reserva natural, por lo que están elaborando un plan integral de co-manejo comunitario conjunto con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales.
El objetivo es que las tierras pasen a manos del pueblo puertorriqueño, ya sea a través del Estado, instituciones u organizaciones que custodien la protección del área. Y para el comité, éstas son prioridades.
Saben que, además de su importancia ecológica y espiritual, estos terrenos significan salud. No sólo la emocional, sino también la física. “Representa una oportunidad para que el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales pueda proteger parte integral de la cuenca del río La Plata, el más largo de Puerto Rico. El Cañón La Bocas produce dos millones de galones diarios de agua, de los cuales la Planta de Filtración extrae un millón para nuestro consumo”, cuenta Carlos.
El líder comunitario añade: “Se estima que esta cuenca hidrográfica del río La Plata alberga en sus límites territoriales unos 407,420 habitantes. Sus usos principales son suplir agua para uso doméstico e industrial en el área metropolitana de San Juan”.
Los esfuerzos del comité apuntan siempre a aportar a la concienciación del valor de este pedazo de nuestra patria. Y para ello, van tejiendo redes con los componentes de la comunidad.
Ya lograron que las iglesias, instituciones como Credicentro Coop de Barranquitas, el municipio de Barranquitas y la Fundación Ford aportaran para que el centro de operaciones del comité tenga sus puertas abiertas en la calle Barceló #90, al lado de la plaza pública y frente a la óptica Santini.
La Fundación RJ Reynolds no sólo contribuyó con equipos para el centro, sino que además aportó para la implantación de la campaña educativa que el comité considera fundamental. Por eso, sus charlas y las excursiones que realiza. Estas excursiones son más bien exploraciones, porque, si bien es cierto que cumplen una función recreacional, no han sido diseñadas para ese propósito meramente.
Como Carlos siempre enfatiza, lo recreacional es complementario “porque para nosotros lo más importante es concienciar y provocar, para lograr más investigaciones y (que) conozcamos más sobre la biodiversidad que comprende el Cañón”.
La organización estableció un acuerdo de colaboración con la Universidad Interamericana, recinto de Barranquitas, y lazos con las escuelas para que los terrenos sirvan de centro de aprendizaje y objeto de estudio para estudiantes, profesoras y profesores, y científicos.
Además, el Taller de Diseño Comunitario de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico ha diseñado la maqueta de la casa ecológica, que servirá de albergue a todo investigador o científico que haga trabajos en el sector.
Hay una condición: una vez que todos y todas se nutran de los secretos del Cañón Las Bocas, se tienen que hacer públicos y accesible los resultados de las investigaciones a todo dios o diosa que quiera apropiárselos. ¿Cómo? Pues teniendo la primera Biblioteca Ambiental Comunitaria en la Sede del Centro.
El sentido comunitario es un pilar en sus trabajos. Tienen un buen maestro: Alexis Masol y Casa Pueblo. Por ello, fueron transformando su visión y copiando el modelo que les guía: pasar de la protesta a la propuesta.
En esta línea, han comenzado trabajos de colaboración con el Instituto de Ciencias para la Conservación de Puerto Rico (INCICO), organización que democratiza, promueve y facilita los conocimientos socioambientales a la comunidad, mediante investigación participativa, educación y técnicas de interpretación.
Para contactar al Comité Pro Reserva Natural del Cañón Las Bocas puede llamar al (787) 384-4490, (787) 324 1441, o escribirle a canonlasbocas@gmail.com. Igual lo encuentra en http://youtube.com/canonlasbocas ¿Algo más? Pues, entonces, ¿qué esperas para disfrutar y visitarlos? Ya sé, quiere que le diga cómo llegar. Miren la dirección que nuestro “GPS humano” (Fernando) le dio a Millie, nuestra directora, que a lo boricua ella lo traducirá. Buen Viaje.