Fernando Silva
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Amanecer en el Valle de Lajas. / Foto por: Carlos Iván Silva |
En Lajas, la costa envuelve en ambientes y paisajes marinos que influyen sobre todas las cosas, la recreación, la contemplación y la comida. El interior, que es rural y hermoso, también es otra dimensión. Un buen ejemplo de su interior es la campiña del Valle de Lajas, con sus inmensas sabanas y extensos cultivos de vegetales, papaya, piñas y pastos. La ganadería de razas de origen africanas y asiáticas también dominan el paisaje. Es una de las zonas agrícolas de la región oeste de la Isla más defendidas del apetito de la industria de la construcción de urbanizaciones y centros comerciales.
El Valle de Lajas es una buena porción de su territorio y es también un símbolo de lucha por la conservación de terrenos agrícolas en Puerto Rico. Fue la primera reserva agrícola oficialmente reconocida por el gobierno de la Isla, gracias a los esfuerzos de la comunidad organizada de residentes y agricultores de la región y del Comité Pro Defensa del Valle de Lajas.
A Lajas se llega por el oeste desde Mayagüez, o desde el este si venimos desde Ponce, en ambos casos por la PR 2. Mi preferencia es llegar a Lajas por la PR 116 que se desprende la PR 2 entre los pueblos de Yauco y Sabana Grande. Como Lajas está en una región de intenso sol y altas temperaturas, es preferible comenzar cualquier exploración temprano en la mañana. Mientras más temprano, mejores posibilidades hay de ver el Valle de Lajas despertando. Comenzando el día se puede ver una delicada capa de neblina sobre este valle, un espectáculo que no debe perderse. Si mantiene los ojos bien abiertos puede que encuentre tropas de monos que corren “por la libre” en esta zona. Aunque muy temerosos de la gente, andan por los bosques y terrenos del valle siempre en busca de frutas y vegetales frescos. La población original de estos monos escapó de unas instalaciones dedicadas a su crianza, que una vez estuvo en operaciones en terrenos de la costa de Lajas con fines de investigación médica y farmacéutica.