Sylvia Lleras
Escalinata en la entrada del Museo Ramón Frade, ‘La escalera letrada’, obra en mosaico producto de los talleres de arte para jóvenes dirigidos por el artista Antonio Martorell. / Foto por: Ricardo Alcaraz |
Una vez me detengo y comienzo a tratar de sentir. La sensación es acogedora, porque el lugar es acogedor; sus dimensiones y el ambiente me hace sentir que estoy en un lugar familiar. Hay un nombre que se destaca: Ramón Frade.
Le comento a alguien que veo cerca que me gusta el espacio, que me hace sentir en casa. Sonrisa. Me dice que en los 90 un artista puertorriqueño llamado Antonio Martorell aceptó la tarea de dirigir el museo con el compromiso de realizar una renovación total de la museografía y una actualización de la estructura museológica.
El hombre prosigue, “Los tres espacios demuestran valores estéticos que Martorell propone como necesarios para la experiencia de percepción, apreciación y educación en una institución dedicada a las artes y en los museos en Puerto Rico. Las exposiciones se despliegan contra fondos de colores que están presentes en la paleta cromática de la vida de los boricuas. El piso de madera de tabloncillo en tonos dorados, el pisal en la Sala Homar y la decoración caligráfica en el piso realizado por Martorell, provocan el recorrido y la inmersión en el lugar”.
“El entorno del edificio del museo cuenta con ‘La escalera letrada’, obra en mosaico producto de los talleres de arte para jóvenes y, también, la escultura ‘Árbol con dos vidas’, ambas encomendadas por el Museo. El ambiente primaveral de Cayey es un complemento que también estimula los sentidos”. La información y mis sensaciones van juntándose.
Pregunto: “¿Sala Homar?”. Sonríe y me interroga: “¿Primeriza?” “Es que el Museo cuenta con tres salas de exposiciones: La Casa Frade es una exhibición permanente del Museo, diseñada por el maestro Antonio Martorell, que recrea la casa del pintor Ramón Frade. Esta tiene la ambientación de la casa vernácula en construcción de madera con habitaciones de biblioteca, estudio y dormitorio, en donde se muestran las pinturas, acuarelas, dibujos, objetos, libros y mobiliario original del artista Ramón Frade”.
“Después está la Sala Lorenzo Homar del cartel puertorriqueño, que presenta exhibiciones temporeras de carteles serigráficos y arte gráfico puertorriqueño. La sala rinde homenaje al maestro y decano del cartel, Lorenzo Homar. El pisal que encontramos en la sala, elaborado por Antonio Martorell en homenaje a su maestro, alude a la presencia caligráfica en el cartel serigráfico puertorriqueño”.
“La otra sala es la Central, que presenta exposiciones sobre las investigaciones realizadas en nuestro Museo, en torno al legado artístico de Ramón Frade y su pertinencia actual”.
Pregunto: “¿Y Frade?”. Sonríe. “Antes de darte más detalle sobre su persona, permíteme decirte lo escrito sobre esta exposición: Tránsito y Transiciones.
“En esta ocasión exploramos la obra pictórica de Ramón Frade (1875-1954) desde la perspectiva de los tránsitos del artista y las transiciones de géneros, estilos y formulaciones de su obra, vista en relación con la de otros artistas en Puerto Rico y el extranjero, que permiten establecer paralelismos, contactos y modelos en la obra del nuestro”.
“El paisaje y paisanaje de la obra de Frade se ubica junto a la obra de sus contemporáneos como Francisco Oller (1833-1917), Miguel Pou (1880-1968), Oscar Colón Delgado (1889-1968) y Juan Rosado (1891-1962), entre otros. Estos artistas responden a las condiciones históricas de su tiempo asumiendo la práctica pictórica como un compromiso para exaltar la identidad, representando el paisaje propio y el campesino. En este sentido, ‘El pan nuestro’ de Frade se convierte en el estandarte de la representación de nuestro ser medular”.
“Además de esta motivación por llevar a la pintura ‘un pedazo del País’, convergen en el artista unas preocupaciones puramente estéticas, que reflejan a un Frade practicando un eclecticismo dentro de los movimientos artísticos del siglo XIX, como el neoclasicismo, el academicismo, el romanticismo y el realismo. De aquí los contactos y paralelismos de Frade con la obra de los españoles Mariano Fortuny (1838-1874), Joaquín Sorolla (1863-1923) e Ignacio Zuloaga (1870-1945), los franceses Ernest Meissonier (1815-1891), entre otros más. Las nuevas lecturas de la obra de Ramón Frade que presentamos en esta muestra sirven de preámbulo para la actualización de los estudios y reflexiones sobre su trabajo artístico y el arte puertorriqueño de la primera mitad del siglo XX”.
Ya sé que llegó la hora de seguir mi propio recorrido y estoy más que lista. Sé a la época que me voy a remontar y quiénes la influencian. El hombre se aleja, más tarde me entero es Humberto Figueroa, director del museo.
Por Sylvia Lleras